Un día para recordar
El pasado jueves 4 de septiembre, Sant Llorenç des Cardassar vivió uno de esos momentos que permanecen en la memoria colectiva. En el Auditori Sa Màniga, ante una sala repleta de emoción, el municipio nombró Hijo Adoptivo a Juan Llull, fundador de Hipotels, en reconocimiento a su legado humano, empresarial y social.
Fue un acto íntimo y solemne, arropado por familiares, trabajadores, vecinos y autoridades. También asistieron figuras destacadas del turismo balear y representantes institucionales como la presidenta del Govern, Marga Prohens, el presidente del Consell, Llorenç Galmés, y el tenista Rafa Nadal, también Hijo Adoptivo del municipio. Un tributo lleno de verdad, sentimiento y raíces.
Más que un reconocimiento, una historia compartida
Hay homenajes que son merecidos, y hay otros que son inevitables. El nombramiento de Juan Llull no fue solo un gesto institucional, sino un acto de gratitud profunda. Porque en cada hotel, en cada decisión, en cada empleo generado, hay una parte de él que ha contribuido a hacer de Sant Llorenç lo que es hoy: un lugar donde la hospitalidad se vive, no se finge.
Llull no habló desde el pedestal del éxito, sino desde la memoria. Recordó con emoción cómo levantó su primer hotel en un solar comprado al entonces alcalde, Tomàs Rosselló. Y lo hizo con la humildad de quien sabe que el verdadero lujo es mantener los pies en el suelo:
“Estoy profundamente agradecido. Mantengo una vinculación muy especial con este pueblo. Aquí empezó todo”.
Voces que hablan desde el corazón
El alcalde Jaume Soler fue quien expresó con claridad el sentir del pueblo:
“Gracias por haber puesto siempre a las personas en el centro de su vida. Hoy, con orgullo y emoción, le otorgamos este título que simboliza la admiración, el respeto y el afecto de todo un pueblo”.
Cerrando la ceremonia, la presidenta Marga Prohens puso en palabras la admiración compartida por todos:
“Juan Llull forma parte de una generación que aprendió desde muy joven que nada se regala, que todo se logra con esfuerzo, constancia y sacrificio. Ha llegado a lo más alto sin olvidar nunca de dónde procede”.






Un brindis con sabor a agradecimiento
Tras la ceremonia, los asistentes se reunieron en el cercano Hotel Hipotels Flamenco, donde se ofreció un aperitivo en un ambiente distendido, pero igual de cargado de emoción. Fue más que un brindis: fue un momento de encuentro, de reconocimiento compartido y de miradas que hablaban de respeto y gratitud.
Porque este homenaje no se mide en discursos ni en cifras, aunque las haya. Se mide en lo que no se ve: el orgullo de una comunidad, la emoción de una familia, la gratitud de quienes encontraron en su visión una oportunidad.
Juan Llull no solo ha dejado huella en el turismo mallorquín; ha dejado una forma de hacer las cosas: con respeto, con constancia, con alma. Una manera de entender la vida que, sin necesidad de palabras, sigue inspirando a quienes creen que construir futuro también es cuidar del presente.